Convento
Historia
Desde finales del siglo XVI, hasta el presente, se ha ido construyendo una historia que ha contado con diversos protagonistas y momentos, en torno al convento de Desierto de la Candelaria; los resultados de esta construcción histórica se ven en los muros levantados, la capilla, el cementerio y todo lo que se encuentra dentro del convento del Desierto; parte de este devenir ha sido recolectado en escritos, allí se pueden descubrir las motivaciones que impulsaron a llevar adelante esta empresa que es todo un referente cultural colombiano al que se hace un acercamiento con las imágenes que se exponen en el presente fondo digital.
La historia del convento y la construcción de su patrimonio cultural, son complementarios, toda vez que la historia se vive en unos espacios concretos y rodeada de implementos que ayudan a vivirla; de entre los elementos usados muchos de ellos pasan a ser luego de valor artístico.
Cada imagen expuesta en el fondo digital hace parte de una realidad mayor que se llama convento del Desierto de la Candelaria; ellas se leen dentro de un contexto construido por muchos años y que se presentan en un fondo para beneficio de la comunidad en general y personas interesadas en estas historias y en este tipo de construcciones.
Fundadores
Cansados de la vida que llevaban, deciden unos caballeros juntarse y alejarse de sus quehaceres del mundo y dedicarse a la oración y a la penitencia; para lograr su objetivo buscan un espacio que favoreciera su propósito; se sabe que para finales del siglo XVI ya estaban cumpliendo su cometido como ermitaños, cerca del lugar en que hoy se encuentra el convento de Desierto de la Candelaria.
Antes de llegar a la ubicación definitiva, residieron por el año de 1595, cerca del rio Gachaneca, como lo indica Juan Flórez de Ocáriz (1674, 165): un ermitaño, Juan Rodríguez “se había recogido dos años antes en términos de Siativá, pueblo de indios, con el hermano Diego y otros”.
De la locación inicial partieron para finalmente ubicarse en el valle que se conoce actualmente como el convento del Desierto de la Candelaria; los motivos del traslado los narra el historiador y religioso Agustino Recoleto Pedro Fabo, de lo que se puede inferir las ventajas de la ubicación (1914a,16) “Como el nuevo paraje fuese inhospitalario por la destemplanza de su clima frio y falto de terrenos de laboreo, empezaron a descontentarse y a pensar en cambio de vivienda. A pocos lances dieron con el vallecito del Gachaneca, que les brindaba las conveniencias que habían menester”. Allí comenzaron a levantar chozas, además de utilizar espacios naturales como las cuevas aledañas para sus actividades ascéticas.
Permiso de la Iglesia
La experiencia emprendida por los ermitaños, se llevó a cabo teniendo en cuenta las orientaciones de la Iglesia para este tipo de vida espiritual. Luego de instalarse junto al rio Gachaneca, los ermitaños del Desierto de la Candelaria pidieron permiso al arzobispado de Santafé de Bogotá para hacer una ermita en honor de la Virgen, como lo referencia el historiador Flórez de Ocáriz (1674, 166) en su escrito, del que se destacan algunos aspectos que se consideran de importancia:
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El 16 de julio del año de 1597 los ermitaños solicitan al Deán del cabildo del arzobispado de Santafé, licencia para hacer una ermita, junto a Villa de Leyva, con título de Nuestra Señora de la Candelaria.
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Pretendían los ermitaños que en la capilla se pudiesen celebrar los sacramentos.
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Para construir la ermita, solicitan licencia de pedir limosna.
Han pasado más de cuatro siglos desde que iniciaron la aventura espiritual los ermitaños de la Candelaria, quienes después acogieron el carisma naciente de la recolección agustiniana, recibiendo, además, a quienes se les unieron en su empeño. De la trayectoria centenaria da testimonio el convento del Desierto de la Candelaria; sus muros han cobijado las experiencias de religiosos venidos de todo el mundo y ellos, a su vez, han contribuido a levantar lo que enriquece la cultura de la historia colombiana.